Dicen que pasear por el bosque de bambú de Sagano Arashiyama es como entrar en un túnel de paz serena, ahí donde quedar envueltos en una bruma de tersa clorofila.
Estamos en un bello rincón de Kioto, un bosque milenario que
recibe diariamente decenas de turistas, curiosos como nosotros, que se sienten
fascinados por este exotismo tan clásico de Japón. Un lugar donde la naturaleza
parece haberse vuelto gigante, un tributo natural de exquisita estética que nos
relaja sólo con ver sus imágenes.
EL BOSQUE VERDE DE SAGANO ARASHIYAMA
Los japoneses lo tienen claro: no hay bosque de bambú más
hermoso e inspirador que el de Sagano Arashiyama. Quizá por ello, en las inmediaciones
de este famoso paraje, se extienden un sinfín de pequeñas tiendas artesanales
con más de un siglo de antigüedad, donde podemos adquirir todo tipo de objetos
elaborados con bambú.
Su forma lineal es todo un símbolo para este país, un
material de incomparable belleza y resistencia, que no solo aporta un
equilibrio estético a la naturaleza, sino que además es muy utilizado para
fabricar toda clase de instrumentos cotidianos e incluso para las artes
marciales.
El bosque de Sagano se extiende hasta las faldas del Monte
Arashiyama. Es un paraje mágico sumido en una tranquilidad arrulladora, sin
ruido, sólo el suave susurro de ese bambú meciéndose por un viento leve y un
silencio que acaricia los sentidos. Son muchos los que se acercan hasta aquí
para meditar, para desconectar de las obligaciones diarias y del estrés.
Aquí podrás encontrar más de 50 variedades de bambú que
llegan incluso a los 20 metros de altura. Es impresionante, un paseo de delicada
belleza donde perderse por sus largos senderos de bruma verde, por los que el
sol entra con exquisita tibieza, arrancando extraordinarios colores según el
momento del día.
Los juegos de luces son lo que más atrae a los amantes de la
fotografía, si uno dirige bien su cámara puede captar una instantánea casi
irreal de su paseo.
Se dice, que el bosque de Sagano Arashiyama era un escenario
reservado exclusivamente para la alta aristocracia japonesa. Afortunadamente,
el paso del tiempo ha roto ya estas férreas normas, permitiendo el libre acceso
a todo aquel que desee dar un paseo con su pareja o en soledad.
Sus senderos invitan a la calma y al misterio, a acercarse a
templo como el Tenryuji, donde poder reposar y hacer una ofrenda.
Una maravilla que te invito a conocer, si en alguna ocasión
tienes la oportunidad de acercarte a Japón.
Si te ha gustado este breve paseo, descubre en la próxima
entrada otro bosque espectacular, el de Hallerbos.
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